Romelle by W. R. Burnett

Romelle by W. R. Burnett

autor:W. R. Burnett
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Policial
publicado: 1946-08-09T23:00:00+00:00


CAPÍTULO XI

Pasaron los días y Jules no habló más acerca de Ross. Pero Romelle lo vio algunas mañanas en el salón de juegos hablando por teléfono con una voz que no empleaba nunca en las conversaciones de negocios, ni siquiera cuando estaba muy enfadado. Era una voz fría, sarcástica, dura como el diamante. Además, estaba fuera de casa más de lo que había sido habitual hasta entonces; regresaba pálido y tenso y se sentaba a cenar en silencio, mirando al techo, con gesto sombrío.

Cuando hacía comentarios sobre cosas generales, eran amargos en extremo. No aceptaba nada por su apariencia; siempre estaba analizando lo que había más allá. Romelle observó además que se enredaba a menudo, en una profunda y sutil red de dudas y sospechas. A veces, sus comentarios le parecían tan excéntricos y desplazados que resultaban anormales. Ella no podía secundarlos en absoluto, ni le apetecía hacerlo.

La mente de Romelle era sencilla y concreta. Aceptaba el mundo y todo cuando había en él sin plantearse problemas. En conjunto, a pesar de su vida no había sido nada fácil, a ella le gustaba. Jules hablaba a veces del mundo como si fuera su enemigo personal.

En una ocasión pareció llegar de repente a la conclusión de que estaba resultando muy desagradable, y quizás incluso insoportable, y cortó su amarga charla, se puso a sonreír y trató de conversar con Romelle acerca de cosas que podían ser de interés para ella: vestidos, la casa, el tiempo, incluso Teddy y el médico. Pero ella se daba cuenta de que Jules hacía un esfuerzo tremendo para evadirse de sus propias preocupaciones y que no tenía el más mínimo interés en lo que ella decía. La conversación se le hacía cada vez más dificultosa.

En más de una ocasión, Romelle decidió que debía mencionar el nombre de Ross y procurar que Jules hiciese alguna manifestación concreta acerca de él. Sin embargo, por una razón o por otra, nunca se animaba a hacerlo.

Sentía pena por Jules, pues se daba cuenta de que se hallaba bajo los efectos de una gran tensión, y deseaba con toda su alma protegerlo de cualquier cosa que estuviera amenazándole. Porque lo cierto era que había algo que le amenazaba. No le cabía duda de ello. ¡Si pudiera descubrir la verdad!

Una noche, al oír que entraba, fue hasta la puerta para recibirlo. Estaba lloviendo y él venía empapado, con un gran abrigo y el sombrero con el ala bajada. Parecía absurdamente joven. Romelle le dio un cálido beso. Él parecía cansado y agotado; pero relajado en cierto modo, y su sonrisa era muy agradable, juvenil y atractiva.

A Romelle se le quitó un peso del corazón, una opresión que la había estado atormentando en los días anteriores. ¡Algo había ocurrido! ¡Traía buenas noticias!

Jules habló mientras se quitaba el abrigo y lo extendía sobre una silla para que se secara.

—¿Está a punto la cena?

—Sí. ¿Tienes hambre?

—Tengo hambre canina.

Jules seguía sonriendo.

—¿Qué ha ocurrido hoy, Jules? Porque algo ha sucedido, me doy cuenta de ello.

—Tienes razón. Pronto me veré libre de Ross.



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